"Puedo aceptar que una botella a medio llenar sea una botella medio vacía, pero de ninguna manera aceptaré que una mentira a medias sea la mitad de una verdad......"

miércoles, 16 de marzo de 2011

"El calendario de los años, meses y dias que hace que se nos fue el MAESTRO

¡Niño, ponte aquí!, una enorme emoción me embargó en ese momento que el capataz Manolo Santiago me llamó y me colocó entre aquellos dos hombres. Después de colocarme en varios sitios y tocarme varias veces el cuello, después de esos momentos de incertidumbre, me dio una palmada en la espalda y me dijo, “tu donde has trabajao”. Yo que tenia aprendida una respuesta en plan mentirijilla, diciéndole  que había sacado otros pasos, ya que me lo habían advertido, me quede blanco y le dije “no he salió ni en la cruz de mayo de mi barrio”. Entonces, le puso la mano en el hombro al que iba a mi lado y le dijo “cuídame a este y enséñale lo que tenga que aprendé”.
Me faltaban cuatro meses para cumplir los dieciocho años y ese fue el primer contacto, la primera vivencia y la primera lección que aprendí del Maestro. Gracias a el aprendí desde el primer día  lo que es la disciplina y el compañerismo debajo de un paso. . . . . .

El domingo pasado en el transcurso de la comida celebrada tras los cultos en mi Hermandad de La Paz, tomo la palabra y se dirigió  a los presentes  nuestro capataz Antonio Santiago. Nos emocionó a todos con sus palabras de agradecimiento y especialmente las que sirvieron para recordar la figura  de su padre, dando fe del cariño que Manolo tenía por las sagradas imágenes del barrio del Porvenir. Entonces empecé a recordar vivencias, no digo anécdotas porque con Manolo todo lo que pasaba tenía un trasfondo o una enseñanza, lo que pasa es que tiene que pasar el tiempo para darse uno cuenta de que lo que transmitía cada vez que hablaba o hacia algún gesto era filosofía de vida. Escuchando a Antonio hablar de su padre, me acordé de aquel hombre subido en una silla en la misma puerta de la iglesia de San Sebastián apoyado en el hombro de su hijo dirigiéndose a los costaleros dándonos la bienvenida en el primer día de la igualá. Me acordé del escalofrío que recorría mi cuerpo cuando sonaban los cuatro golpes en el frontal del palio con su anillo justamente antes de tocar el último golpe de martillo en la levantá y me acordé de aquel Domingo de Ramos  que se nos dio la cosa regular y veníamos con las  fuerzas por debajo del mínimo. Aquella noche el palio de María Santísima de la Paz entró a duras penas por la puerta de la iglesia, los zancos entraron prácticamente arrastrando el mármol. Cuando la puerta se cerró nos llamó para el último esfuerzo ya que había que colocar el paso en el fondo de la nave frente al paso del Señor, llamó con decisión y levantamos el paso a duras penas. Entonces ocurrió el milagro, Manolo que aquel año había sido abuelo, a la vez iba mandando el paso nos iba diciendo, “¿no os lo he contao?.... tengo un nieto más bonitooo…. Que chiquitito es…….. tiene la carita como un angelito…… ¡niño izquierda adelante!…….. ese  va ha ser costalero como ustedes…….  “ y así siguió hablándonos de su nieto a la vez que colocaba el paso en su sitio. Ni que decir tiene que  esa  fue la mejor chicotá del Domingo de Ramos, todo el mundo iba derecho y solo se escuchaba debajo del paso  el sonido del racheo de zapatillas mezcladas con el llanto de los que tuvimos la suerte de vivirlo. ¡Qué grande era ese hombre!.
“Vivencias pa escribí un libro” o dos. La ultima vez que lo vi, iba por la puerta osario en su carrito de ruedas acompañado por su inseparable cirineo  Alfonso, me acerqué a saludarlo “¿Cómo estas maestro?” El ya estaba mu malito, me miro y dijo “¿Quién eres?” Y yo le dije “uno de tus costaleros de la Paz”, entonces el me toco la cara, me dio un beso y me dijo “Ole, ole, un legionario del porvenir”. Sentí en ese momento que el maestro se despedía de mi y así fue…
Pero el destino me tenía reservada otra vivencia, otra enseñanza del Maestro que quiero compartir con todos.
El 23 de Octubre de 1997 fue uno de los días más felices y a la vez tristes de mi vida. Aquel día, en la clínica Sagrado Corazón de Sevilla, por la mañana, nació mi hija María. Todo fue muy bien y podéis imaginar cómo estaba de contento después  de pasar la experiencia más grande e increíble en la vida de un ser humano que es la de ver nacer un hijo, y encima era el primero. Aquella tarde de otoño me encontraba recibiendo en el pasillo a la familia y amigos que se acercaban a felicitarnos y conocer a la pequeña, que por cierto no paraba de llorar de hambre que tenía, cuando por casualidad me encontré en la puerta del hospital a un compañero de trabajaderas que estaba allí por motivos de trabajo. Me pregunto qué es lo que  hacía allí  y le di la nueva buena, entonces el me dijo, “pues te tengo que dar una mala noticia…… hoy ha muerto Manolo Santiago”. Me quedé petrificado y aunque era de esperar ya que últimamente se encontraba muy mal, no por esperada fue menos dolorosa.
Después del impacto de la noticia, pensé  ¡Qué casualidad!, esa era la última vivencia con el Maestro, la máxima de la naturaleza que nos anuncia que unos se van pero otros llegan, una vivencia que me ata al recuerdo de ese gran hombre.
Este otoño serán catorce años sin Manolo Santiago, los mismos que cumplirá mi hija, por eso algunas veces, cuando la miro y la veo crecer pienso que ……..

“Es el calendario que marca los años, meses y días que hace que se nos fue el MAESTRO”

3 comentarios:

  1. Así y aquí se escribe con el corazón.Un abrazo.

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  2. Ke envidia, no haber podido compartir esas experiencias con el maestro.
    Tellez

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  3. Buenas, me gusta mucho tu blog voy a agregarlo al mi blog http://largoylento.blogspot.com/, espero no te importe.

    Muchas gracias

    Un abrazo

    Jose Maria Pastor Muñoz

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