Esta mañana las noticias en la radio me devolvían a la memoria una de las páginas más dolorosas de nuestra historia más reciente. Ayer, día 30 de Febrero se cumplían 13 años de la muerte a tiros de Alberto Jiménez Becerril y de su esposa Ascensión García a manos de dos pistoleros de ETA en la misma puerta de su casa. El motivo para asesinar salvajemente a este matrimonio no fue otro que la de ser el un concejal de Sevilla elegido por el pueblo y su esposa la acompañante en aquella trágica noche. El recuerdo de la sucesión de acontecimientos de aquellos días me ha llenado de sentimientos encontrados, los mismos que sentimos los sevillanos en esos momentos, dolor, rabia, impotencia y porque no decirlo hasta de venganza en los primeros momentos cuando la cabeza pensaba en caliente. En aquellas fechas recuerdo que en mi casa estábamos locos de contento con nuestra reciente y primeriza paternidad, ya que nuestra hija contaba con apenas tres meses de vida y era el centro de nuestra atenciones, esas atenciones que pensé, le faltarían de por vida a esos tres niños que, la sinrazón, el odio y la locura de dos hijos de mala madre, por no decir otra palabra, dejo marcados para siempre. No entraré en colores políticos y además no me gusta que algunos utilicen acontecimientos como estos como arma arrojadiza o electoralista. Para mí fue el asesinato cruel y cobarde de dos personas como tú y como yo, dos sevillanos a los que les gustaban nuestras cosas, nuestras tradiciones y que podías encontrártelos con sus hijos en la cuesta del rosario viendo pasar a Nuestro Padre Jesús de la Redención el Lunes Santo o tomando una cerveza cualquier día de primavera en la plaza del salvador, ya digo, como tú y como yo. Espero y deseo que cosas como esta no vuelvan a ocurrir nunca más ni aquí ni en ninguna parte y que permanezcan siempre en nuestra memoria las figuras de nuestros paisanos que murieron injustamente, les toco a ellos pero podiamos haber sido cualquiera
tú o yo.