"Puedo aceptar que una botella a medio llenar sea una botella medio vacía, pero de ninguna manera aceptaré que una mentira a medias sea la mitad de una verdad......"

miércoles, 2 de febrero de 2011

Desde mi Atalaya I


Por si no lo sabéis, mi categoría laboral en la profesión que desempeño es la de “piloto de autobuses de carreras” en  la empresa seudo-municipal de transporte colectivo de viajeros de Sevilla. En mi dilatada carrera,  y ya son 21 años de mili, he vivido multitud de situaciones, son las cosas que tiene trabajar con público, algunas graciosas, otras desagradables…… en fin de todo un poco. Al fin y al cabo son situaciones reales como la vida misma que muchas veces superan o igualan a la ficción.
Este apartado en mi blog lo titularé “desde mi atalaya” ya que es como me siento al ver pasar la vida de mi ciudad desde un punto de vista un poco más elevado, me refiero en altura claro, que los demás viandantes , conductores y urbanitas que pueblan y conviven en serva-labari.
Quiero estrenar este apartado contando un suceso que me ocurrió hace algunos años:
Me tocó trabajar aquella bonita tarde de primavera en la línea 13 que unía y une el periférico barrio de Pinomontano con la céntrica y comercial plaza del Duque . La salida natural de la circulación por esa parte de la ciudad transcurre por calles bastante estrechas hasta salir extramuros por el sevillano barrio de la Macarena. Pues bien al llegar a un punto cercano a la Alameda de hercules, donde empieza la calle ,anteriormente llamada, Doctor Letamendi, la estrechez es tal que el asfalto se come casi toda la acera lo cual hace que los buenos conductores pasemos con especial cuidado, no sea que venga algún despistado por la esquina y tengamos algún susto en forma de accidente. Aquella bonita tarde, cuando la tarde caía y la luz que se colaba por las azoteas nos dejaba perfiles de barrio con duende, pasaba yo con mi flamante autobús por esa esquina tras realizar la parada “del chispitas”, con mucho cuidadito. De pronto me percaté que una señora de avanzada edad, muy bien arreglada por cierto, que sería vecina del barrio, aparecía por la esquina con un perrito atado a su correspondiente cadena. La señora en ese momento parecía más preocupada de que su perrito no orinase en la susodicha esquina, que en poner atención al cruce de calles  por donde transitaban vehículos a motor. Al ver su distracción y puesto que me acercaba peligrosamente al punto antes indicado, opté por tocar el claxon para prevenirla. Quiso el destino que aquel autobús fuese de reciente adquisición y que dentro de las mejoras el fabricante incluyese en el precio en vez de un claxon al uso, una autentica bocina de feria. Al tocarla dio tal bocinazo que hasta yo me asuste. En ese momento detuve el bus para dar paso a la abuelita y su can y entonces ocurrió la tragedia………………… chan, chan, chan (música de suspense)…………
Al mirar por mi amplia ventana en el puesto de piloto, observé atónito como el pobre cuadrúpedo yacía en la acera, sufriendo fuertes espasmos de las patas traseras. No me lo podía creer ” le dio un infarto al pobre animal”. La pobre señora tiraba de la correa a la voz de “cuki, cuki, que te pasa”………. En ese momento lo vi claro. Cuki, el inseparable compañero y amigo fiel de nuestra dulce abuelita estaba experimentando el tránsito hacia una vida mejor.  Yo , de lo que por supuesto no me siento orgulloso, viendo el percá, giré la cabeza a la derecha, hice como el que miraba el espejo retrovisor derecho, y como diría el inigualable Beni de Cadiz, dije “wagui, wagui aquí no ha pasao na”. Pero ¡que iba a hacer con un autobús cargado de gente obstruyendo la via pública!
En fin como dije al principio a veces la realidad, por lo menos ,iguala a la ficción. Descanse en paz.
Por cierto cualquier parecido con el episodio de la muerte perruna en la película ,un pez llamado wanda,  es pura coincidencia. 
¡ Ea, conDios!